venerdì 30 novembre 2007

Commuter-one



Todas las mañanas misma historia de siempre.
Salgo de casa con armas, lista a la lucha.
No la que todos los día cada uno combate con sí mismo para diventar una persona mejor o para aguantar una vida pesada. ¡Ojalá fuera tan sencillo!

No, esta es una lucha mucho más peligrosa, mucho más dura y al tiempo más psicologica y sutíl, donde hay adversarios temibles y aguerridos.

Todas las mañanas misma hora, misma calle, mismo camino hasta el mismo tren, mismas caras de todos los días.
Algunos me sonrien, otros me guiñan o me hacen gestos como para decir...otra vez, ya estamos, ¿lista? otros me miran de reojo como si quisieran matarme solo porque existo.
Casi nos conocimos, seguramente nos estudiamos, de todas formas estamos compartiendo algo intenso, tribal, incluso primitivo: el hecho de coger un tren lleno de gente medio durmida, mosqueada, a veces enfatada, que podría llegar hasta a matar para conseguir un sitio sentada.
Y yo estoy allí con ellos, como ellos, no mucho mejor ni tanto peor, dispuesta a machacar viejitos y robar caramelos a un niño solo para sentarme y seguir durmiendo una media hora más antes de llegar al trabajo y a la rutina de cada día.
Y cada mañana, al silbato del tren todos estamos a los bloques de salida...todos con caras que dan miedo.
He visto señoras ponerse tacones sólo para llegar a pisar más lejos, chicas intentar seducir hombres feos sólo para que le dejaran el puesto, niños fingir sentirse mal, mujeres llenarse el jersey a la altura de la barriga de camisetas para aparecer embarazadas, hombres tener cara de llorar solo para mover alguien a compasión, cachorros que se convierten en hienas.
Se abren las puertas y empieza la carrera hacía los sediles: el combate.
Codos en las costillas, empujones, pies pisados son mi pan de cada día. Pero casi siempre consigo uno y cuando me siento me sale a la mente una poesia que estudíe hace ya no se cuantos años, y que en aquella época me parecía tan ireal como para llegar a ser divertida y ahora ya no me parece tan divertida ya que a mí me pasa igual.

Commuter-one who spends his life
in riding to and from his wife:
a man who shaves and takes a train
and then rides back to shave again.